jueves

La Tonantzin-Coatlicue de Malinalli:

“Malinalli quería ver a Tonantzin, a la deidad femenina, a la madre. Quería pronunciar su nombre para ser parte de ella...
...
«¿Donde estas?» preguntó en silencio. «¿Donde estas, alma de las cosas, esencia de lo invisible, eternidad de las estrellas? ¿Donde puedo buscarte para encontrarte, si estás prohibida, si te han desaparecido, si te han arrancado de nuestra fe, si han intentado borrarte de nuestra memoria?»
Al mismo tiempo que formulaba sus preguntas, obtuvo las respuestas. Era como si de verdad, al momento de pensar en ella, hubiera entrado en comunicación con Tonantzin. Escuchó dentro de su mente que la esencia de Tonantzin había regresado al fondo ... para también renovarse. Ahora era viento, agua, fuego, tierra contenida en una semilla qe pronto iba a aparecer pero con nuevos ropajes, nueva forma. Surgiría de los sueños, de los deseos, de las voces que la reclamaban, que la recordaban. Aparecería cuando su pueblo despertara del sueño de muerte en el que estaba sumido, del sueño engañoso que los hacía creer que el reflejo de su cuerpo se había borrado en el cielo. Cuando ellos recuperaran su fe en las fuerzas de la naturaleza, de la creación, podrían pintar con ella su espíritu. Aparecería arropada con los rayos del sol, sostenida por la luna, en medio del aire, temblando en el viento, con una forma nueva, ya que la transformación del hombre, la transformación del mundo, es la transformación del universo. Los mexicas habían cambiado, los dioses, también.
«Cambiarán de forma nuestros ritos, será otro nuestro lenguaje, otras oraciones, distinta nuestra comunicación», le dijo Tonantzin, «pero los dioses antiguos, los inamovibles, los del cerca y del junto, los que no tienen principio ni fin, no cambiarán más que de forma».(184-185)
“Malinche”: Laura Esquivel